Después, ustedes mismos se mataron los unos a los otros y expulsaron de sus hogares a un grupo de los suyos, aliándose en su contra (con sus enemigos) en el pecado y la transgresión. Luego, si regresaban a ustedes como prisioneros, pagaban rescates por ellos, a pesar de que habían sido ustedes mismos quienes los habían expulsado, aun teniéndolo prohibido. ¿Acaso creen en una parte del Libro (la Torá) y rechazan el resto? ¡¿Cuál es el merecido de quienes así actúan de entre ustedes sino la humillación en esta vida?! Y el Día de la Resurrección recibirán el castigo más duro. Y Al-lah no deja pasar por alto lo que hacen.
Y cuando se enfrenten contra quienes niegan la verdad (en el campo de batalla), mátenlos. Después, cuando estén sometidos y derrotados, tomen prisioneros. Luego, cuando cese la guerra, pueden dejarlos en libertad o pueden pedir un rescate por ellos[1]. Así debe ser. Si Al-lah hubiese querido, habría acabado con ellos (sin necesidad de que lucharan), pero quiere ponerlos a prueba (a través del combate). Y Al-lah no dejará sin recompensa las buenas acciones de quienes mueran por Su causa.
1- El creyente debe luchar con valor en la batalla, sin temer al enemigo ni huir de él, pero hay muchas reglas que debe respetar, entre las que destacan: no matar a niños, mujeres, discapacitados o ancianos ni causar terror entre la población general que no participa en la batalla; debe intentar evitar la guerra, si puede, y alcanzar la paz con la menor cantidad posible de víctimas enemigas; el ejército no debe acampar en lugares donde bloquee el camino y cause molestias a la población; los emisarios del enemigo deben ser respetados, así como los campos, las cosechas y los religiosos que están en sus templos adorando a su Señor; no deben mutilarse ni desfigurarse los cadáveres; los prisioneros deben ser tratados con dignidad, y si uno sufre maltrato debe ser puesto en libertad sin rescate alguno como compensación; el prisionero tiene derecho a ser vestido y alimentado como los creyentes y a estar cerca de otros familiares suyos hechos prisioneros, etc. El Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— daba tanta importancia a estas normas que consideraba que el ejército que no las respetaba no luchaba por la causa de Al-lah, sino por sus propios intereses.