El ciego, el lisiado y el enfermo no serán reprochados[1], ni tampoco ustedes, si comen en sus casas o en las de sus hijos, padres o madres, hermanos o hermanas, tíos o tías paternos, tíos o tías maternos, o en aquellas casas cuyas llaves poseen (porque sus dueños les han dado permiso para supervisarlas o hacer uso de ellas en su ausencia), o en la de un amigo suyo (aunque sus familiares y amigos no estén presentes, siempre y cuando no les importe que lo hagan). Poden comer juntos o separados[2]; mas cuando entren a cualquier casa[3], salúdense entre ustedes con el saludo (de paz) proveniente de Al-lah, pues es bendito y bueno. Así es como Al-lah les aclara Sus mandatos para que reflexionen (sobre ellos y los sigan).
1- Esta parte de la aleya puede entenderse de dos maneras: no serán reprochados por no poder salir a combatir, puesto que Al-lah los ha excusado, o por comer con la gente sana en la casa de estos o de sus familiares, ya que la gente solía sentirse incómoda al comer con ellos o incluso ellos mismos podían sentirse incómodos en una casa ajena. 2- Antes del Islam, algunas tribus consideraban que era vergonzoso comer solos y no comían ni bebían, por más hambre que tuvieran, a menos que alguien los acompañase. Esta aleya les aclara que no hay ningún problema en comer solos. 3- Incluso en el caso de que no haya nadie en la vivienda, pues entonces es recomendable decir al entrar: “La paz esté con nosotros y con los siervos de Al-lah rectos y virtuosos”, ya que los ángeles devuelven el saludo.
Los verdaderos creyentes son aquellos que creen en Al-lah y en Su Mensajero y que, cuando se encuentran reunidos con él por un asunto de interés común, no se retiran sin pedirle permiso. Quienes te piden permiso (¡oh, Muhammad!) son quienes de verdad creen en Al-lah y en Su Mensajero. Y si te piden permiso para retirarse con el fin de atender algún asunto privado, concédeselo a quien quieras de ellos y pide perdón a Al-lah por ellos. Ciertamente, Al-lah es Indulgente y Misericordioso.
No llamen al Mensajero de Al-lah cuando se encuentre entre ustedes como se llaman los unos a los otros[1] (sin el debido respeto). Y Al-lah sabe qué (hipócritas) de entre ustedes se retiran con disimulo sin pedir permiso (durante el sermón del rezo en congregación del viernes). Que se guarden quienes se oponen a las órdenes de Al-lah (o de Su Mensajero) de que les sobrevenga una desgracia o se abata sobre ellos un castigo doloroso.
1- Al-lah ordena a los creyentes dirigirse al Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— con respeto y no llamarlo por su nombre diciendo “¡Muhammad!” o “hijo de Abdel-lah”, sino “¡Oh, Mensajero de Al-lah!” o “¡Oh, Profeta de Al-lah!”.
A Al-lah pertenece cuanto hay en los cielos y en la tierra. Conoce bien todo lo referente a ustedes. Y el día en que regresen para comparecer ante Él (el Día de la Resurrección) les informará sobre las acciones que realizaron. Y Al-lah tiene conocimiento sobre todas las cosas.